Leyenda Urbana La leyenda del perro negro

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La Leyenda del Perro Negro


Cuenta la leyenda que en el sector portuario, donde hoy se encuentran una serie de almacenes de contenedores en donde antiguamente se levantaba una conocida población que fue desalojada producto de los daños sufridos por el último terremoto que asoló a la región vivía un extraño personaje, solitario, oscuro, y del cual se tejieron muchas historias. Una de ellas señala que este hombre tenía un muy buen pasar, vestía ropas elegantes y siempre tenía mucho lujo a su alrededor, sin embargo quienes le conocían, nunca supieron de un trabajo o actividad que desarrollara. Se comentaba por entonces que este extraño personaje debía su fortuna a un tenebroso negocio.

Cuenta la leyenda que cuando ocurrió aquel terremoto y las autoridades comenzaron a desalojar a los habitantes de esta población, en su casa no había rastros del propietario y según los vecinos desde la mañana de ese mismo día nadie más lo vio.

En el desalojo fueron encontradas sus pertenencias, joyas, ropas e incluso un extraño libro negro sobre su mesa de noche, un libro tan extraño como su dueño, escrito en una lengua poco común que entonces quienes lo encontraron no consiguieron descifrar.

En su cuarto y a los pies de su cama sólo una pequeña imagen se movía, era un pequeño cachorro, un perro, que atentamente observaba las actividades de los extraños que ahí ingresaron. Uno de los funcionarios tomó al pequeño guardián y lo sacó de la vivienda con el fin de despejar el área, el can en silencio sólo observaba lo que ocurría con atención.

Pasó el tiempo y nadie volvió a ver al cachorro, en el lugar se levantaron una serie de bodegas en los terrenos que fueron comprados por empresas del rubro portuario.

Luego de un año de este hecho ya en pleno funcionamiento del almacén portuario una noche un voraz incendio se desató en el lugar, las llamas ardieron hasta quemar por completo las oficinas que en el lugar se levantaron, ni el trabajo del personal de seguridad ni de bomberos que acudió al sitio lograron evitar que el fuego consumiera toda la estructura. Entre los curiosos, uno de los funcionario detectó entre las sombras una figura extraña, que desde las sombras observaba cada movimiento, se acercó y consiguió ver en su total dimensión lo que ahí se encontraba.... sentado sobre sus patas traseras, un perro negro, tan negro como la noche sin luna, con un pelaje brillante que en total calma observaba lo ocurrido. El animal era totalmente negro, sólo sus ojos resplandecían con un brillo singular en la oscuridad. Sentado miró atentamente durante las largas horas que duró el siniestro. Nuevamente, al salir el sol, nadie más consiguió ver al extraño animal.

Pasado un año de este accidente, mientras en la bodega se realizaban trabajos de desestiva durante la noche, repentinamente una cuerda que sostenía un pesado contenedor, cedió... cayendo desde una gran altura mientras era sostenido por una grúa, el jefe de las bodegas quien dirigía las obras no libró con vida, quedando mortalmente atrapado bajo la estructura.

Mientras los equipos de rescate trataban de liberar el cuerpo sin vida del administrativo, el mismo funcionario que participó en la anterior emergencia sintió una extraña sensación que lo obligó a mirar hacia el fondo del sitio... en la oscuridad, dos luces llamaron su atención, como dos intensos rubíes resplandecían en la noche... lentamente se acercó... y pudo comprobar con escalofríos nuevamente la presencia de aquel extraño ser... sí, era él, nuevamente sentado en sus dos patas traseras y con la misma calma observando todo lo que ocurría .

Luego de esta experiencia y con el temor a contarlo a sus compañeros de trabajo, el funcionario comenzó a tener extrañas pesadillas, en las que veía a aquel can persiguiéndole por el patio de contenedores, el miedo y la angustia comenzaron a demacrar al trabajador quien incluso se vio en la obligación de pedir a sus jefes que por ningún motivo le destinaran el turno de noche en aquel lugar.

Así, otro año se fue, el funcionario no podía evitar sus reiteradas pesadillas en que veía la imagen de esa criatura y más aún sus brillantes y rojos ojos que con un tenebroso brillo inundaban la noche.

Llegó la mañana de aquel día en que se recordaban las tragedias ocurridas en la bodega, el trabajador como cada jornada se despertaba agotado por los terribles sueños en que era perseguido por la figura del perro. Pasado el mediodía repentinamente el teléfono de su casa sonó... del otro lado al contestar su jefe directo le informaba que una extraña enfermedad afectó a uno de sus compañeros de trabajo y se veía en la obligación de pedirle que tomara su turno; él al pensar en su amigo y en lo inesperado del llamado aceptó sin dudar y colgó el teléfono. Entonces se dispuso a sentarse a la mesa para almorzar mientras narraba a su esposa la tragedia que ocurría con su colega de faenas, la esposa quien sabía de las pesadillas de su marido pero no las causas comenzó a preparar un termo con café y unos sándwiches, el hombre se la quedó mirando y le preguntó para qué era eso, ella le respondió:
- ¿Que acaso no vas a reemplazar a tu compañero enfermo?
- Sí -le respondió.
- Bueno, es que mientras tú te preparabas para el almuerzo tu jefe volvió a llamar para recordarte que el turno que le correspondía a tu amigo... era el turno de noche.

Al escuchar esa palabra, a la que tanto temía, "noche", un escalofrío recorrió todo su cuerpo, la angustia y la imagen de esa figura extraña no se alejaba de su mente.

Llegó la noche, y sus sudorosas manos se despidieron con una caricia en el rostro de su mujer, la que no comprendía el rostro de angustia de su esposo. Se dirigía caminando lentamente como queriendo no llegar al lugar, con el miedo a que ocurriera otra catástrofe como la de los años anteriores y peor aún toparse nuevamente con aquella imagen en las sombras.

Llego así a su lugar de trabajo, abrió aquel portón de metal por el cual debía ingresar, recibió el turno sin novedad y se dirigió hacia la caseta donde pasaría la noche, solo ya que no habría faenas en la jornada. Esto último le tranquilizó un poco ya que sin faenas el riesgo de algún accidente disminuía, sin embargo su angustia seguía en su corazón y sus pensamientos.

Pasaron las horas, y justo a la medianoche decidió salir a hacer una ronda por el lugar, encendió un cigarrillo y comenzó a caminar; con su linterna alumbraba a cada paso todos los rincones del almacén, sin embargo sus ojos estaba preocupados por lo que la luz no alanzaba a tomar, las sombras aquellas que tanto temor le producían.

Luego de caminar algunos metros y pasando frente a las instalaciones que hace un par de años fueron víctimas del incendio, nuevamente un escalofrío tomó su cuerpo, una extraña sensación le advertía de que no estaba solo.... de repente sin explicación su linterna se apagó, el cigarrillo no se pudo sostener en su boca y cayó al piso, desde el fondo en la oscuridad, nuevamente esas luces rojas que se hacían cada vez más intensas, su corazón comenzó a latir a mil por hora y su cuerpo totalmente paralizado no le permitía mover ni un músculo.

Sin poder ver nada, en las sombras sus oídos comenzaron a sentir unos pequeños pasos muy leves que se acercaban, eran pasos de un animal... era él, la causa de sus pesadillas, el miedo que cada noche le aterraba al ir a la cama. De repente sin saber cómo logró salir del trance y comenzó a correr, se dirigió a la puerta del almacén pero no estaba, la puerta había desaparecido, no había manera de salir del lugar, siguió corriendo, buscando un lugar para refugiarse, a sus espaldas el ruido de las patas del can que lo seguían cada vez más cerca, cada vez más fuerte, las puertas de las oficinas estaban cerradas, no había un solo lugar para estar a salvo y al fin llegó al fondo del patio donde no encontró salida.

Se detuvo. Volteó y allí estaba, a unos pasos, la bestia totalmente negra, con sus intensos ojos rojos. De repente entre las sombras sin saber de donde, apareció la oscura sombra de un señor, un hombre de fina estampa, alto, delgado, que vestía completamente de negro. Se acercó, acarició la cabeza del can, soltó una leve risa y miró a los ojos del angustiado trabajador. Dio otros pasos, se acercó y le habló:
- Veo que ya conoces a mi guardián, él cuida de mi casa mientras no estoy, no temas ya que sólo defiende lo que es de su amo.
Luego una diabólica carcajada se escuchó en lo extenso del almacén de contenedores.

Al llegar las primeras horas del día, quienes llegaron al turno de mañana se encontraron con una extraña imagen, el trabajador estaba sentado en su caseta, con la mirada perdida, desde ese día no dijo una palabra más, los médicos aún no se explican qué ocurrió. Hoy se encuentra internado, su voz se extinguió, sólo él sabe lo que ocurrió esa noche y su familia se angustia al ver que cada noche al cumplirse un año desde ese extraño hecho sólo se acerca a la ventana y con los ojos llenos de lágrimas y su rostro empapado de miedo observa la luna que ilumina la ciudad.

Cuenta la leyenda que desde entonces cada noche de tormenta, es posible ver deambular por las calles de la ciudad la extraña y misteriosa figura de aquel animal de pelaje negro como la noche y de ojos rojos como rubíes, es él, el perro negro, y no camina solo, a su lado siempre a su lado, su amo, el hombre de oscura estampa y de diabólica carcajada, cuyo nombre mejor no diremos, para que usted pueda dormir tranquila, esta noche.

Fuente : kruela.ciberanika.com